miércoles, 8 de febrero de 2012

La música.

Sin música, la vida sería un error. ¿Por qué algo tan sencillo es tan vital? Unos acordes, una voz, o cualquier modo de transmitir sensaciones es suficiente  para sumergirte en la inmensidad de la música. Esta es la característica principal del arte, y la de la música, es la de poder entrar por los oídos y llegar al corazón.

Cierra los ojos después de un día largo, acomódate , enciende la música y entonces comprenderás estas palabras. Sueña despierto mientras escuchas tu canción, olvidando y dejando atrás lo sucedido en el día, cada paso dado. ¿Qué importa? Lo que estás escuchando es precioso. Mis palabras se quedan cortas ante la música, para entenderlo hay que sentirlo. Es como si las energías que fluyen por el mundo se alineasen en tu cuerpo de tal manera que notas una paz interior indescriptible, mientras que tú te elevas hacia las nubes y vuelas, muy alto, quedando debajo de ti este mundo incomprensible. Quieres llorar. ¿De alegría? No estoy seguro si es de alegría, o porque quizá la música te está dando lo que necesitas en ese momento, sentirte querido, arropado. 

Ahora recuerda tu canción que un día te animó , y que ahora de tal manera cada vez que la escuchas te invade la euforia, recuerda la canción que llega a tu parte más sensible del corazón, como una espina punzante que no termina de clavarse en él, pero está ahí, y hace daño. Olores, recuerdos visuales. Cualquier recuerdo se queda grabado en tu mente y puede parecer que ha desaparecido, pero, la música un día , silenciosamente y sin darte prácticamente cuenta te susurra los recuerdos, y uno a uno los activa en ti.

Sea como sea, tengas un día bueno o malo, estés triste o desbordando alegría, la música siempre está y estará ahí. Haciendo de ti una persona que sueña, que siente. Ella podrá sacar tu lado más frágil y llenará tu soledad, o al menos, parte de ella. 

Cierra los ojos, y sueña.





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